Para distinguir el
mutismo selectivo de otros trastornos o problemas de comunicación y lenguaje es
necesario conocer los criterios e indicadores, de procedimientos de valoración
eficaces y de instrumentos de medida fiables.
Para su valoración existe 3
fases: Detección, Diagnóstico y
Evaluación Psicopedagógica.
Se centra en
dos son los factores fundamentales:
- Las características (cualitativas y cuantitativas) de las interacciones verbales del alumno/a.
- La presencia o no de comportamientos asociados a inhibición y/o ansiedad.
Los procedimientos para la detección
de la presencia de alguno de estos dos factores están basados en la observación
y registro sistemáticos de los comportamientos verbales, comunicativos y de
inhibición o ansiedad que el alumno/a manifiesta en los ambientes habituales y
con distintos interlocutores.
En el DSM-IV (TR) se indica que para
el diagnóstico diferencial del Mutismo Selectivo deben presentar los siguientes
criterios:
(1) Incapacidad
persistente a hablar en situaciones específicas (en la escuela y en general en
situaciones en las que estén presentes personas desconocidas) a pesar de
hacerlo en otras situaciones (con los padres y con personas muy familiares).
(2) La
alteración interfiere en el rendimiento escolar o la comunicación social.
(3) La
duración de la alteración es de por lo menos 1 mes
(4) La
incapacidad para hablar no se debe a una falta de conocimiento o de fluidez del
lenguaje hablado requerido en la situación social.
(5) El
trastorno no se explica mejor por la presencia de un trastorno de la
comunicación y no aparece exclusivamente en el transcurso de un TGD,
esquizofrenia o un trastorno psiquiátrico.
Evaluación
psicopedagógica:
Una vez realizado
el diagnóstico será necesario llevar a cabo una evaluación psicopedagógica, dentro
de la cual se consideren los ámbitos personal, escolar y familiar. Tendrá como
finalidad básica determinar las necesidades educativas del alumno/a y definir
el tipo y grado de ayudas que requiere.